16 de marzo de 2009

Ciclo Heroico

X

GUEUT USHUA

...0 EL MUNDO DE NOSOTROS

Cuenta esta historia que el Cisne, la más hermosa de las aves de esta tierra, trajo a Elal a la Patagonia siendo este muy pequeño. Kóokne, el Cisne, detuvo su vuelo en la cumbre del majestuoso Chaltén, y Elal descendió de las espaldas del ave, admirado del fantástico panorama que se ofrecía ante su vista. Rodeado de las aves que lo acompañaron en la fuga, estuvo tres días y tres noches contemplando la nueva tierra cubierta de hielo y nieve. Durante esos días, los pajarillos alimentaron al niño y le proporcionaron calor con sus plumas.

Entretanto, en la Isla Legendaria, los perversos de esta leyenda eran enterados por el Cóndor y las aves carroñeras, del nuevo paradero de Elal. Nóshtex, su padre, se dispuso a partir hacia aquella tierra lejana pero fue detenido por su madre, Tons, ya que sabía que el niño divino era mágico, razón más que suficiente para obrar con cautela y perfección.

clip_image002Decidida a todo reunió nuevamente a sus hijos y a cada uno le asignó poderes especiales para enfrentar a Elal. Nóshtex y Gosye recibieron la capacidad de transformarse. Cada uno de los tres Malos Espíritus fue investido con temibles hechizos: Axshem traería el dolor físico en hombres y animales; Máip sería el portador de inquietudes espirituales y de la mala suerte; Kélenken representaría la peste y la desgracia.

Creyéndose invencibles, las creaciones de la Oscuridad partieron en busca de Elal, deseosas de hacer uso de los poderes que su madre les había otorgado.

Máip, el espíritu dañino que mata pajarillos con su aliento helado, se había adelantado a la bandada de aves y merodeaba en los faldeos del Chaltén, aguardando a sus presas.

En un principio Shíe, la Nieve y Kókeske, el Frío, junto con el hielo, se aliaron al perverso Máip, pretendiendo resistir y aniquilar a Elal y sus amigos.

Al tercer día, la divina criatura descendió de la gran torre del Chalten y fue interceptada por el Frío y la Nieve, a quienes ahuyentó, golpeando unas piedras que dieron origen al fuego.

Entretanto, Máip le quitó la vida a muchos pajarillos que acompañaban a Elal, pero cuando la Nieve y el Frío se retiraron, el héroe-niño hizo resucitar a todos ellos.

Temerosos de que Elal le enseñara a las aves a encender el fuego, la Nieve, el Frío y Máip formalizaron un pacto y se alejaron, dejando campo libre a la vida que llegaba a la Patagonia.

Si bien los hielos comenzaban a derretirse, casi no había tierra libre de él. Las aves deseaban instalarse en los valles y le pidieron a Elal que las ayudara.

Decidido a terminar de una buena vez con ese problema, el niño mago inventó el arco y la flecha, ante la mirada incrédula de sus amigos y seguidores. Era preciso retirar el mar y dejar libre el suelo para que en él pudieran vivir todas las criaturas.

El, con el arco, hizo el trabajo de llevar el agua para atrás: tiraba flechas y donde estas tocaban, ahí se secaba; el agua se retiraba por los cañadones. Elal formó el Cañadón de Kamusu Aike, para que bajara la marea. Cuando se retiró el mar, con fuerza, bajó de las lomas altas hacia la playa donde está ahora.

Contentos, los animales y las aves dejaron el Chaltén para poblar la nueva tierra.

Con la ayuda de Elal, Terr-Werr construyó una cueva en donde ambos vivieron hasta que el niño se convirtió en un muchacho fuerte y decidido.

Viéndolo ya grande, la "abuela" estaba dispuesta a decirle la verdad sobre la muerte de su madre, por lo que una tarde se sentó junto al joven y le contó lo que había sucedido en la isla donde había nacido.

Elal estaba al tanto de la verdad y sabía ahora cuál había sido la causa de su huida de la Isla Legendaria, y por qué él era motivo de tanta persecución y de tanto peligro.

 

XI

KAÁSH

PARA EL INVIERNO

Ya grande, Elal se reunió con toda su gente, para ordenar el mundo que habitaban. Esa vez se hizo el invierno que tenemos ahora.

Elal pensó que era mejor que los ocupantes de la Patagonia se pusieran de acuerdo con este asunto. La gente de entonces se reunió en una gran asamblea para ver qué tiempo iban a pedir. Se juntaron la Mara, el Zorro, los Pájaros, el Cisne, el Flamenco, el Chingue, la Tortuga, el Piche, el Chorlo, la Cucaracha, el Puma, el Gato Pajero, el Gato Montés, el Ñandú y el Tucotuco. Los caciques de todos ellos estaban discutiendo, mientras los paisanos escuchaban. Como la cosa iba para largo, Elal, que era el patrón de todos, preguntó:

-¿Quién quiere invierno corto y quién quiere invierno largo?

Los murmullos corrieron entre los presentes y habló primero el Ñandú:

-Esto va a ser lo que tengo acá -comentó, y mostró a los reunidos las marcas de sus patas; eran doce-. ¡Doce lunas tendrá el invierno!

-¿No es mucho? -preguntó Elal-. La gente se va a escarchar; van a morir de hambre.

El silencio fue la única respuesta, por lo que Elal les habló a todos, diciendo:

-Escuchen con atención, y a conformarse con lo que piden. Los voy a dejar por un rato para que lo discutan porque no habrá cambios después.

Él no iba a andar a cada rato ajustando la duración del invierno; tenía otras cosas para hacer. Elal se fue y la discusión siguió.

clip_image004Pujerr, la Mara, estaba ahí sentadita y callada. Como la gente no decía nada, intervino gritando:

-¡Es mucho! ¿Qué vamos a comer? ¡Nos vamos a morir de hambre!

-¡Doce lunas! -repitió el Ñandú.

-¡No, no, es muy largo -gritaba la Mara nerviosa-, es muy largo y no vamos a encontrar nada para comer!

Los demás estaban callados escuchando; sólo ellos dos decidían. Uno pedía doce meses y el otro tres.

La tortuga se animó a hablarle al Ñandú y cuanto más le decía, más porfiaba, poniendo los ojos de loco y pataleando.

De repente, el Ñandú se enojó y le preguntó a la Mara:

-¿Para qué quiere tres lunas usted?

-Yo quiero tres porque con doce lunas sé que no voy a comer nada.

Los otros aguardaban, pensando que no podrían vivir con tantas lunas como estaba pidiendo el Ñandú. Por miedo a él, los animales ya se estaban resignando a un

invierno larguísimo.

La Mara, al ver que los demás no decían nada y que el pajarraco no quería cambiar de idea, desesperada, salió corriendo hacia donde estaba Elal.

El Ñandú se largó a correr a la liebre, tratando de darle pisotones y picotazos. Cuando Elalla vio pasar, le preguntó:

-¿Cuántos meses de invierno quieren finalmente?

-Kaásh (3), tres lunas -gritó la Mara.

-Así será -dijo Elal.

El Ñandú, enfurecido, persiguió a la liebre por el campo. Como los dos corren rápido, se mantenían a buena distancia uno de otro. Cuando la Mara estaba por entrar a su cueva, el Ñandú pegó un brinco y le pisó la cola. La Mara tiró y tiró hasta que la cola se le cortó, quedándole chiquita. Pero la Mara entró en su cueva con los tres meses ganados. Desde adentro se reía asustada.

-No importa mi cola -dijo-, basta con mi vida.

Gracias al valor de la Mara, hoy tenemos tres lunas de invierno y tres de verano.

 

XII

FUEGO DE LEÑA DE

CALAFATE

clip_image006Atesora la leyenda que, la Zorrina, el Gato del Pajonal y el Piche, cacique de ambos, mantenían el fuego. Los tres lo cuidaban gracias a un yuyo que llamaban oukha-ínash. Ellos ponían una piedra cerca del yuyo, la chocaban con otra y ahí saltaba la chispa que prendía la hierba. El fuego más grande era para el Piche; cuando los otros se acercaban para calentarse, este hacía chiquito el fuego y no les dejaba quemar leña en su fogón.

Cierta vez, calentita por el fuego, la joven Zorrina se acercó a otros animales, quienes le pidieron fuego para calentarse y cocinar. La Zorrina no escuchó las súplicas y se pavoneó entre los ateridos.

La vieja Cisne se enfrentó a la recién llegada acusándola de egoísta. Por más que la Zorrina negaba la posesión del fuego, el olor a humo en su piel contradecía sus palabras.

Asustada, la Zorrina corrió a avisarle a su cacique que escondiera el fuego para que los demás animales no pudieran tenerlo.

Presuroso, el Piche tapó la hoguera y se echó encima para que nadie la encontrara. La gente de la toldería le pidió a Elal que interviniera, a fin de que todos pudiesen disfrutar de las bondades del fuego. El héroe tehuelche salió a caminar por el campo y encontró al Piche haciendo fuego tapadito.

La visita a la toldería del Piche parecía casual, aunque este suponía que Elal venía por fuego y no por cortesía.

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La Zorrina y el Gato del Pajonal no salieron de su toldo, por temor a las reacciones de Elal.

Como el Piche poco pudo hacer para esconder el humo que se escapaba del fuego tapado, Elal aprovechó la oportunidad y de buen modo le pidió un poco de carbón quemado.

Este le respondió que nada tenía para darle, mientras nerviosamente soplaba la columna gris, tratando de desvanecerla en el aire.

El héroe de la Patagonia intentó por última vez razonar con el Piche solicitándole un tizón para hacer fuego, para que la gente pudiera calentarse y cocinar. El Piche se negó.

Elal, enojado por la actitud del bicho, lo empujó muy lejos. Y ahí estaba el fuego; carbón quemado de leña de Calafate. Elal se lo llevó a los paisanos, que así pudieron calentarse y comer carne asada.

Cuando Elalle sacó el fuego al Piche, le cruzó el lomo en tiras, por no habérselo querido dar. Por eso tiene ahora esas rayas en el caparazón.

Desde entonces, el Piche se fue al campo y no volvió más junto a los paisanos. El Gato del Pajonal y su amiga la Zorrina huyeron con él.

Hasta hoy, el Piche come hutas y la Zorrina cucarachas.

 

XIII

LA MUERTE

COMO PARTE DE

LA VIDA

Un viejo pasaje de la leyenda que cuenta las peripecias de Elal, relata que cierto día él estaba muy atareado disponiendo y arreglando las cosas de este mundo para que sus habitantes y futuras creaciones pudieran disfrutar y desarrollar sus vidas en la abundancia y la belleza.

Cuando ya estaba casi todo ordenado y en su lugar, Elal regresó del Sol y reunió a todos los animales en gran asamblea. Junto al fogón, el héroe se dirigió a los presentes:

clip_image010-Ya está todo terminado; esta noche quédense tranquilos, acuéstense y no hagan ningún bochinche, que mañana bien temprano voy a venir a darles las indicaciones finales.

-Bueno -dijeron todos-, está bien.

-El que haga algo va a salir mal-profetizó Elal, quien contaba con esa noche para que la gente viviera de siglo en siglo, sin morir jamás.

Las voces de los animales pronunciaban su conformidad para con lo dispuesto por su patrón divino.

-No, qué vamos a hacer esta noche –aseveraban algunos.

-Yo -habló el Lobo Marino- no pienso moverme en toda la noche.

Los demás lo miraron con desconfianza, ya que era muy conocido por las bromas que solía hacerles.

Esa noche, mientras los demás animales dormían tranquilos, el Lobo, con su acostumbrada picardía, despertó a la Loba y la sedujo, rompiendo la promesa hecha a Elal.

A la mañana siguiente, cuando los animales despertaron, advirtieron que la pareja de Lobos Marinos no se levantaba: había muerto. Los paisanos, alterados, se preguntaron por qué.

Al llegar Elal, sentenció:

-Murió porque su deseo fue más fuerte que él, por eso murió; no debió haber seducido a la Loba hasta que yo hubiera terminado de ordenar las cosas para ustedes.

Mientras esto sucedía, la Cucaracha -que andaba contra los demás animales-, le sacó al Lobo el huesito de la garganta para que no volviera a vivir. Si no hubiera sacado ese hueso, Elal podría haberlo hecho vivir otra vez, pero como lo perdió, no pudo salvarlo. La Cucaracha escondió el huesito, ¡quién sabe dónde! No quería que hubiese mucha gente. Tenía miedo de ser pisoteada por los paisanos.

 

XIV

TRES GOLPES PARA

CREARA LOS

CHÓNEK

Elal no creó el universo ni las fieras, en cambio, fue el creador de los Chónek o Tehuelches.

Apenas Elal había logrado organizar el nuevo mundo, creó a los Tehuelches, a los que llamó Chónek. Para ello lanzó tres gritos y dio tres golpes con el pie antes de crear a los hombres y a la selva. Consiguió un poco de barro y le dio forma a dos muñecos: uno parecía un varón y el otro una mujer. Tanto los maleó que consiguió darles sangre y corazón; al fin estaban con vida. Crecieron, y tuvieron hijos y fueron más y más gente.

A los hombres les reveló el secreto del fuego, les brindó las primeras armas, les enseñó el arte de la cclip_image012aza y, como seres creados a su imagen y semejanza, no sólo les proporcionó todo lo necesario para sobrellevar la vida, sino que les inculcó algunos principios de conducta y moral.

Inventados el arco y la flecha, creados el guanaco, la selva y los hombres, Elal les enseñó a construir y a utilizar las armas, incorporándose a los grupos que partían en expediciones de caza.

Gracias a la presencia del guanaco, el pueblo nativo pudo cubrirse y basar su economía y su industria en la caza de ese animal. Elal les enseñó a los paisanos a hacer capas de guanaco, para taparse; les decía: "Saquen el cuero del chulengo y hagan capitas para atárselas al cuerpo, mocasines para los pies y toldos para dormir y guarecerse".

Para coserlos, hacían agujas con cuchillos de piedra y pasaban tendones en crudo. A las mujeres les enseñó a estaquear y coser el cuero del guanaco. A los hombres, a guanaquear -matar a los guanacos chicos, sacarles el cuero y sobarlos.

Nacía de esta manera uno de los mejores ejemplos del equilibrio entre la Naturaleza y el uso que los hombres hacían de ella.

 

XV

DE CÓMO LA BALLENA

LLEGÓ AL MAR

A todo esto, en la Isla Legendaria, Nóshtex -padre de Elal- enterado por el Cóndor de la nueva residencia de su hijo, envió a su hermano Gosye a que devorara cazadores y criaturas, por creer que así se liberaría de Elal.

Para lograr su cometido, Gosye llegó a la Patagonia convertido en una gigantesca ballena llamada Góos. En vez de aletas tenía patas muy cortas, por lo que se le hacía difícil caminar con ligereza. Por esa razón prefirió quedarse en un cañadón, próximo al mar.

Todo bicho que pasaba cerca era comido por ella, ya que no sabía distinguir a Elal de las demás criaturas. A su panza iban a parar: zorros, guanacos, zorrinos, paisanos, pájaros; todo lo tragaba. Se perdían muchos Chónek; salían al campo a cazar y no volvían nunca más al toldo. Se los tragaba con montura y todo.

Así estaban las cosas cuando fueron a pedirle a Elal que los ayudara a encontrar a los paisanos que no regresaban.

-¿Qué es lo que pasa? -se preguntaban-o Estamos perdiendo a la gente.

Cada paisano que salía al campo no volvía más.

-Yo sé lo que pasa -dijo Elal-, mañana iré a ocuparme. Mientras tanto, no se acerquen al cañadón.

A la mañana siguiente, los paisanos salieron a cazar Choiques, pero se mantuvieron lejos del cañadón. Como se esperaba, ese día la Ballena Góos estaba ahí, deseosa de tragarse a todo bicho que pasase caminando o al vuelo.

Elal se había convertido en Tábano y andaba dando vueltas alrededor de ella; la molestaba terriblemente. Con agilidad le picaba los ojos, la boca. Góos se quejaba diciendo:

-¡Cclip_image014ómo me molesta esta Mosca! Cuando se aproxime me la voy a tragar.

Y así fue, se tragó a Elal convertido en Tábano. Pero Elal no se murió dentro de la Ballena. Para incomodarla más todavía, le picaba la panza, los pulmones y las tripas.

La Ballena, visiblemente molesta, se puso a caminar, porque al hacerlo se movía la gente que había tragado, los que todavía estaban vivos dentro de ella.

-Ahora voy a caminar, a ver si se muere ese Tábano -decía Góos.

Pero apenas dejó de hacerlo, el Tábano volvió a picarla, esta vez en el corazón.

Entonces, sintió que Elal hablaba dentro de ella con los paisanos que todavía estaban vivos.

-¡Qué lástima, yo entré sin cuchillo! ¿Nadie tiene uno? -escuchó que decía.

Un paisano le entregó el suyo.

Ya convertido en hombre, Elal tomó el cuchillo de piedra y con él abrió la panza de la Ballena. Salió primero y ayudó a los demás a escapar. Los pobres paisanos que salían estaban medio muertos; algunos se salvaron. Caían como borrachos cuando lograban huir de ahí dentro. Los que habían estado una noche nomás, esos se salvaron. Elal sacó fuera a los que estaban vivos, y a los muertos también.

Después de todo lo sucedido, Elal tomó a la Ballena Góos y la metió en el mar. ¡Que se fuera a vivir allá, donde todavía está!

 

XVI

EL ANCIANO

TAKAURR

Así se iban dando las cosas por la Patagonia. Los animales estaban distribuidos en ella; los bosques rebosaban de vida; los Chónek gozaban del Guanaco, su inagotable fuente de alimento y vestimenta. Elal se veía satisfecho por su creación y disposición de lo hecho. Constantemente acompañaba a grupos de cazadores para enseñarles mayores detalles y trucos de cómo hacerse de Chulengos y Choiques.

A todo esto, el padre de Elal-Nóshtex-, a raíz del fracaso de su hermano Gosye ya convertido en Ballena, decidió ir personalmente a la Patagonia para terminar de una buena vez con la amenaza que representaba su hijo. Para eso, el gigante se transformó en un anciano curandero llamado Takaurr. La mejor forma que tenía él de acercarse a su hijo sin ser descubierto era ganándose la confianza del cazador fiel al héroe mítico. Este se llamaba Wekne; era el símbolo de la lealtad y el valor entre el pueblo Chónek.

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El legendario cazador, persiguiendo una vez a un Chulengo herido, se internó en el bosque, tras la presa que ya creía segura. Allí se extravió y al salir, en el deslinde del bosque fue atacado por un feroz Puma que de un zarpazo le desgarró la garganta. Antes de caer, Wekne logró tender su arco y atravesar el cuello del Puma con una flecha que le dio muerte.

Herido, llamó a sus camaradas; tan sólo se le apareció un anciano desconocido que, después de alzarlo, se lo llevó a su cueva. Mientras marchaba cargando con el nativo al hombro, el viejo le habló en voz alta diciéndole que el Puma le temería, porque era fuerte y valiente como Elal. Profetizó que los Chónek gritarían el nombre de Wekne.

Ese día y esa noche, el cazador permaneció inconsciente en la cueva. Al amanecer, despertó, somnoliento, completamente curado. Asombrado, apenas si cambió palabras con el anciano curandero.

Cuando regresó con los suyos, contó la extraordinaria aventura que había vivido. Sin embargo, nadie le creyó -a pesar de su insistencia-, ni siquiera habiendo traído el cuero del Puma con la flecha clavada en su cuello, y la cicatriz que aquel le había causado con sus garras.

El brujo Takaurr apareció posteriormente en la toldería de los Chónek y ratificó las palabras de Wekne. El anciano les enseñó a los viejos el arte de curar las heridas y les entregó el talismán, atributo de los brujos.

Elal sospechaba del viejo curandero, pero nada podía hacer para desenmascarado ya que este era muy cuidadoso de cada paso que daba.

Como Takaurr no lograba ganar la confianza de su hijo, convocó a uno de los Malos Espíritus para que lo ayudase.

Vino Máip, quien aletargó y durmió con su aliento helado a Terr-Werr, la "abuela" del héroe.

clip_image018Esta permaneció dormida mucho tiempo.

Cuando trascendió la fama de los milagros que realizaba el brujo Takaurr, Elal fue a su encuentro para pedirle que sanara al Tucotuco. El anciano cumplió de inmediato con el mandato de Elal. El roedor, apenas abrió los ojos, descubrió la verdadera identidad del brujo, pues advirtió que cuando este se asomó a la entrada de la caverna, todas las Nubes rápidamente se dispersaron por el firmamento, asustadas al darse cuenta de que en realidad Takaurr era el gigante Nóshtex, quien había dado muerte a la nube Teo.

El gigante se vio acorralado; temeroso de Elal, regresó por ayuda a la Isla Legendaria.

 

XVII

SHINTAUKEL

Shintaukel, el nativo impostor que bajo la protección de los gigantes trató de ocupar el lugar de Elal entre los Chónek, fue seducido por el brujo Takaurr y lo acompañó en su huida a la Isla Legendaria, cuando ambos se enteraron de que Elal había descubierto la superchería del anciano.

De allí regresó Shintaukel acompañado de un gigante que lo protegía, volando en alas del Chimango. Pronto se incorporó a las tribus diciendo que venía a deshacerse de Elal y que este, por temor, rehuía enfrentarlo, alejándose con

grupos de cazadores.clip_image020

El primer encuentro entre ambos tuvo lugar junto al lago Cardiel. Shintaukel hirió a traición a Elal, aprovechando que este creyó hallar a su camarada, a quien suponía extraviado. Alegremente Elal quiso abrazar a su amigo, que lo apuñaló seriamente. Mal herido, Elal parecía caer, cuando apareció un grupo de Pumas hambrientos.

Los Chónek que presenciaban la lucha, convencidos de que su héroe sería devorado, corearon entusiasmados el nombre de Shintaukel, aclamándolo como el nuevo héroe de los hombres. Tras aniquilar a los Pumas, ambos contrincantes se buscaron afanosamente sin poder encontrarse. En ese lapso, Elal recuperó sus fuerzas, y cuando volvieron a trabarse en lucha, logró imponerse fácilmente dominando al

impostor, en el mismo instante en que los nativos volvían a gritar su nombre.

Durante el segundo encuentro, Elal vio que detrás de las montañas asomaba un gigante. Creyendo que su adversario era uno de los monstruos que lo perseguían, maniató a Shintaukel y lo llevó a una caverna. Tras meditar en lo sucedido, pensando que su prisionero era realmente un gigante -y no su camarada-,

Elal le sacó el corazón en presencia de su "abuela" Terr-Werr. Ella le reprochó semejante proceder, haciéndole notar que los gigantes tenían el corazón de piedra y que su vencido no. Mas el héroe, exasperado, desoyó los consejos de su "abuela" y terminó por comerse el corazón de su contrincante.

clip_image022Cuenta la leyenda que, mientras luchaban frente al lago Cardiel, gotas de sudor de ambos héroes salpicaron las aguas del lago, y desde entonces estas son amargas y con un fuerte sabor a sudor. Otras gotas que salpicaron los alrededores, originaron los extensos guadales, tierras estériles, donde no crece ni una brizna de pasto.

La zona donde tuvo lugar la lucha, era poco visitada por los Chónek, quienes rehuían internarse en esa región.

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